Por Fausto Navarro
Bastó una piedra o dos, según los reportes— para que se cerrara una de las puertas más transitadas entre México y Estados Unidos. La tarde del martes 1 de julio, la garita Dennis DeConcini, en Nogales, Arizona, fue escenario de un episodio que recuerda lo frágil que puede ser la calma en la frontera.
Un hombre de nacionalidad mexicana, con antecedentes migratorios y penales, corrió hacia el carril 8 de inspección con una piedra en la mano. No hubo palabras, solo el gesto violento de lanzar el objeto contra los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) que inspeccionaban un vehículo cercano. A pesar de las órdenes verbales para que se detuviera, sacó una segunda piedra de su bolsillo y volvió a lanzarla. La respuesta fue inmediata y contundente: un disparo.
Las balas alcanzaron al hombre en el brazo y el muslo. Afortunadamente, no fueron lesiones mortales. Fue atendido rápidamente por personal médico de CBP y trasladado a un hospital local por los bomberos de Nogales. Aún no ha sido identificado públicamente.
Las autoridades confirmaron que el sujeto ya había sido expulsado previamente de Estados Unidos. El caso será procesado por reingreso ilegal, y la Fiscalía Federal (AUSA) ya tomó el caso. Como dicta el protocolo, el FBI, la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y la Oficina de Responsabilidad Profesional del CBP ya están investigando los hechos.
Mientras las agencias estadounidenses siguen con el protocolo, el cierre temporal de la garita puso en pausa la vida de miles de personas que cruzan a diario entre ambos lados. Porque en la frontera, cada piedra lanzada y cada disparo tiene un eco que rebota en la política migratoria, en el temor, y en la forma en que se percibe a quienes intentan cruzarla una y otra vez.
No fue solo una piedra. Fue un acto de desesperación, o quizá un brote de violencia. Lo cierto es que, por unos minutos, ese pedazo de asfalto compartido dejó de ser paso y se convirtió en límite. Y volvió a recordarnos que la frontera es algo más que una línea.